El costo ambiental del depegue económico chino

La cara sucia del desarrollismo chino dispara la contaminación

Fecha de Publicación
: 14/11/2012
Fuente: ABC (España)
País/Región: Internacional


La nueva cúpula del régimen chino se enfrentará a la polución por la proliferación de fábricas y la acumulación de basura que ha traído el consumismo
Li Bin vive de la basura. Junto a su esposa y su hijo, de 21 años, este campesino de la provincia de Anhui es uno de los 170.000 traperos que recorren Pekín en busca de todo aquello que se pueda reciclar, como cartones, plásticos, hierros y planchas de aluminio.
Por unos céntimos el kilo, los compra en las obras y edificios de oficinas y luego los vende a una planta de reciclaje en las afueras de la ciudad. Sus márgenes de negocio son tan pequeños que necesita recolectar un millar de plásticos en un fardo de un metro para ganar un euro.
«Es un tajo sucio y muy duro porque nos pasamos todo el día en la calle, pero es mejor que trabajar para otra persona», se consuela Li Bin, quien vino hace ya dos años a Pekín en busca de un futuro mejor y se saca unos 6.000 yuanes (euros) al mes con la basura.
Con su furgoneta rodeada de cartones bajo el futurista rascacielos de la televisión CCTV, representa la cara sucia que ha traído el desarrollismo chino, que ha disparado la contaminación no sólo por la proliferación de fábricas y coches, sino por la avalancha de residuos que genera esta nueva sociedad de consumo.
Nueva cúpula
Junto a las cada vez mayores demandas sociales y la corrupción, la polución es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la nueva cúpula del autoritario régimen chino, que el jueves será nombrada por el XVIII Congreso del Partido Comunista. Como mayor emisor de gases de efecto invernadero junto a EE.UU., los esfuerzos del gigante asiático por reducir la contaminación no sólo atañen a sus cielos y a sus ríos, sino a la lucha contra el calentamiento global.
«Como los recursos son cada vez más limitados, la contaminación es grave y el sistema ecológico se ha degradado, debemos proteger la naturaleza dentro del progreso económico y social», advirtió en su discurso de apertura del Congreso el presidente Hu Jintao, quien anunció la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y de consumo de energía sin dar cifras concretas.
En China, el 85 por ciento de sus 7.000 millones de toneladas de basura se acumulan en vertederos, muchos de ellos sin licencia y enclavados cerca de zonas urbanas. En descomposición, dichos residuos despiden a la atmósfera emisiones tóxicas de metano y dióxido de carbono que suponen una grave amenaza no sólo para el medioambiente, sino también para la salud.
Según los datos del Ayuntamiento de Pekín, sus 17 millones de habitantes producen cada día 18.000 toneladas de basura, 7.000 más de la que pueden procesar sus vertederos. De ellas, se recicla menos del 4 por ciento y otro 2 por ciento se quema, mientras que el resto se acumula en unos 200 basureros, legales e ilegales, que cubren unos 330.000 metros cuadrados y ya rodean a la ciudad. A través de las imágenes de Google Earth, así lo ha descubierto el fotógrafo Wang Jiuliang, quien, en alusión a las rondas que circunvalan Pekín, ha acuñado el término «séptimo anillo» para referirse a esta Gran Muralla de basura. Auténtico foco de infecciones y de filtraciones tóxicas al subsuelo, la peste que desprenden los vertederos es tan insoportable que el Ayuntamiento se ha visto obligado a instalar un centenar de ventiladores gigantes que disparan chorros con un ambientador especial. En esta dura competencia por la basura, una legión de traperos pulula por la ciudad con sus triciclos cargados hasta los topes con montañas de plásticos, cartones, hierros y corchos.
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