Las lecciones de Chernobyl

Las lecciones de Chernobyl en la salud

Fecha de Publicación: 26/04/2011
Fuente: BBC
País/Región: Internacional



El 26 de abril se cumplen 25 años del desastre nuclear de Chernobyl y la fecha coincide con los continuos esfuerzos para controlar la crisis de la planta nuclear de Fukushima, en Japón.
Desde el tsunami y terromoto que sacudió ese país hace casi dos meses, los trabajadores continúan tratando de evitar una fusión nuclear y prevenir un escape importante de material radiactivo.
Pero ¿cuáles fueron las consecuencias para la salud del mayor accidente nuclear de la historia? Y, 25 años después, ¿se aprendieron lecciones que ayudarán a mitigar los potenciales daños para la salud y el medio ambiente en Fukushima?
Esas son las preguntas que plantean varios expertos en la revista médica The Lancet en una serie de artículos para recordar el aniversario del mayor desastre nuclear de la historia.
Los autores, los doctores Kirsten Moyisch y Philip McCarthy, del Instituto de Cáncer Roswell Park en Nueva York y el doctor Per Hall, del Instituto Karolinska, en Estocolmo, Suecia, contribuyeron a elaborar el informe que publicó Naciones Unidas en 2000 sobre los efectos del accidente de Chernobyl.

Exposición a la radiación
El principal riesgo a largo plazo para la salud después de una exposición a la radiación es el cáncer.
Los estudios de sobrevivientes de explosiones atómicas y accidentes nucleares previos vinculan la exposición a la radiación a la leucemia y a varios tipos de tumores sólidos, como el de tiroides, pulmón, gastrointestinal y de mama.
Tal como señalan los investigadores, hoy se sabe qué elementos radiactivos con una vida media larga, principalmente el cesio y estronio, estarán presentes en el medio ambiente durante décadas.
El yodo radiactivo, a pesar de tener una vida media de sólo 8 días, puede causar daños si se absorbe a través de la glándula tiroides con alimentos o agua.
Los estudios con sobrevivientes de Chernobyl mostraron un riesgo de entre 3 y 8 veces más grande de cáncer de tiroides infantil entre los niños que recibieron la exposición más alta de yodo radiactivo.
Este hallazgo condujo a la recomendación de las autoridades sanitarias de distribuir tabletas de yoduro de potasio a los niños y adolescentes en áreas potencialmente contaminadas tras un accidente en una planta nuclear.
"Desafortunadamente, no existe ninguna intervención químico protectora para la exposición a la radiación del cesio o el estronio" señalan los autores.
Y agregan que "es necesario llevar a cabo esfuerzos agresivos para limitar la exposición al yodo y cesio radiactivo y para aislar las áreas contaminadas".
"En particular, quienes están en mayor riesgo son los niños y jóvenes porque los datos pasados muestran que la exposición en esas edades incrementa el riesgo de efectos adversos, como el cáncer de tiroides", agregan.

Riesgo en la pubertad
Los expertos saben hoy que, tras establecer una zona de exclusión alrededor de la planta de Fukushima, quienes están en riesgo ahora son los trabajadores de la planta.
Por eso, médicos en Japón están pidiendo ahora extraer células madre de la sangre periférica de los trabajadores para posteriormente poder llevar a cabo un trasplante autólogo en el caso de que se vean expuestos a una exposición importante de radiación.
Los expertos también recuerdan el potencial efecto dañino de la radiación en las niñas que atraviesan la pubertad.
Estudios llevados a cabo con sobrevivientes de las bombas atómicas en Japón, revelaron que el mayor riesgo de cáncer de mama se presentó en mujeres que atravesaban la pubertad durante el tiempo de la exposición.
"Otro momento delicado -dicen los autores- es la lactancia durante un accidente nuclear, cuando la probabilidad de absorber radionúclidos en el tejido mamario es alta".
Los expertos afirman, sin embargo, que el impacto del cáncer de tiroides infantil tras el accidente de Chernobyl ha sido mucho menor de lo que se esperaba.
Pero agregan que en 1986, y los años posteriores al desastre, hubo muchas dificultades para estudiar sus efectos en la salud por lo cual la información quizás no es muy precisa.
"Ahora, los resultados de nuevos estudios que se centren en el incidente de Fukushima podrían revelar cálculos más precisos sobre las consecuencias de accidentes de plantas nucleares tanto en el pasado, como el presente", dicen los autores.
"Y esto podría ofrecer información útil para el control de la salud pública en futuros eventos", agregan.

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Chernóbil, Fukushima y los trucos de la industria nuclear

Fecha de Publicación: 26/04/2011
Fuente: Ecoticias
País/Región: Internacional


Hoy es la víspera del 25 aniversario de la catástrofe nuclear de Chernóbil. Nada que celebrar y todo que lamentar: el desastre tuvo lugar hace 25 años pero continúa cobrándose víctimas. Importantes extensiones de territorio nunca volverán a ser aptas para habitar en ellas. Entre 125.000 y 146.000 kilómetros cuadrados de tierra en Bielorrusia, Rusia y Ucrania se contaminaron a niveles que requirieron la evacuación de la población o la imposición de duras restricciones (esa superficie equivale a la extensión de Grecia o Bangladesh, o casi 5 veces el tamaño de los Países Bajos). En el momento del accidente, 7 millones de personas (incluyendo 3 millones de niños) vivían en estas áreas. De ellos, sólo unos 350.000 fueron realojados o abandonaron el área afectada.
Veinticinco años después del accidente nuclear de Chernóbil, sucede el de Fukushima. En este último, la situación sigue sin estar controlada, mes y medio después de que se iniciara el accidente, y se sigue emitiendo radiactividad al medio ambiente: Fukushima es, repitiendo una expresión que ya ha hecho fortuna, un Chernóbil a cámara lenta. Cientos de miles de personas afectadas por la radiación. El Gobierno japonés debe evacuar poblaciones que están a 40 kms. de distancia de la central nuclear. La liberación de Cesio-137 radiactivo ha sido ya muy significativa. Dado su vida media de 30 años, pasará más de un siglo antes de que los niveles de contaminación decrezcan de forma significativa. Como en Chernóbil.
Hace unas semanas, el pasado 12 de abril, el Gobierno japonés, ante los elevados niveles de radiactividad liberados, se vio forzado a reconocer la gravedad del accidente de Fukushima y a elevar la clasificación del accidente en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES) de nivel 5 (como el de Three Mile Island, 1979, EE.UU.) a nivel 7 (como Chernóbil), el máximo en dicha escala.
A pesar de todo esto, hoy leo en los periódicos que el Presidente de la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE quiere plantear un cambio en la INES para cambiar la clasificación del accidente de Chernóbil y así diferenciarlo del de Fukushima. Propone crear una nueva categoría, el nivel 8, y colocar allí a Chernóbil, para dejar Fukushima como INES 7.
Todo un truculento artilugio del lobby nuclear para no tener que reconocer que la energía atómica es peligrosa y difícilmente controlable, independientemente de cual sea el tipo de reactor que se considere. Todos, sin distinción en la práctica, tanto los de diseño soviético, como el RBMK de Chernóbil, como los de diseño occidental, como los BWR de General Electric de Fukushima, o los PWR de Westinghouse en Three Mile Island. En todos puede ocurrir un accidente que provoque la liberación masiva de radiactividad que dañe nuestra salud y nuestro medio ambiente.
Pero la industria nuclear prefiere seguir con la venda en los ojos y refugiarse en artificios ridículos para tratar de seguir con su peligroso negocio. !Qué irresponsables!

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