Cumbre de Copenhague: el día despúes






¿Cómo afectará Copenhague a A. Latina?

Fecha de Publicación: 20/12/2009
Fuente: BBC Mundo
País/Región: Internacional


Una de las preguntas más repetidas es qué medidas concretas aportará el Acuerdo de Copenhague.
Ha habido dos reacciones generalizadas al Acuerdo de Copenhague: "el fin de la esperanza" o "el principio de la esperanza".
La primera tendencia entiende el documento como un desastre, mucho más limitado de lo que se necesitaría para llegar a un tratado legalmente vinculante que acotara las emisiones de gases invernadero.
La segunda tendencia asume estas limitaciones, pero lo considera, al menos, un comienzo.
Desde un punto de vista general, Venezuela, Bolivia (y los países miembros del ALBA) se enmarcan dentro de la primera categoría mientras que Brasil encaja en la segunda.
Pero, ¿qué consecuencias pueden desprenderse del Acuerdo para América Latina?

Dos grados
Los científicos de Naciones Unidas están ampliamente de acuerdo en que, para evitar un cambio climático serio, el aumento de la temperatura debería limitarse a dos grados Celsius sobre los niveles de la era pre-industrial.
El texto del Acuerdo reconoce esta necesidad. Pero, tal como está expresado en el documento, los dos grados no son un objetivo formal, sino que el grupo firmante "reconoce el punto de vista científico" según el cual el aumento de la temperatura debería mantenerse por debajo de esa cifra.
Además, el Acuerdo no explicita un plazo para alcanzar un máximo de emisiones, ni establece objetivos claros para su reducción. En lugar de esto, se pide a los países industrializados que detallen sus propias metas en febrero del año que viene.
Según un documento oficial de la ONU que se filtró durante la conferencia, si se aceptara el máximo de emisiones que piden esos países, las temperaturas podrían llegar a aumentar en torno a tres grados.
En este sentido, para muchos analistas, el Acuerdo –tal como ha sido reconocido- inspira poca confianza en que se pueda evitar el límite de los dos grados.

América Latina, vulnerable
América Latina sólo es responsable del 12% de las emisiones mundiales de gases invernadero, pero es especialmente vulnerable al calentamiento global de dos grados. Esta afirmación se convirtió casi en un mantra durante la cumbre de Copenhague.
Walter Vergara, experto del Banco Mundial en cambio climático, aseguró a BBC Mundo que existen cuatro zonas muy expuestas al cambio climático en la región:

1. Los países de la cuenca del Amazonas (Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia y Brasil) podrían sufrir las consecuencias del deterioro del río (como la degradación de los bosques).
2. Los estados que comparten los Andes, como Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú o Bolivia padecerán el calentamiento de la cordillera.
3. En la región del Caribe, en particular las islas pequeñas y las zonas costeras se verán afectadas por el aumento del nivel del mar y por el colapso prematuro del ecosistema de los arrecifes de coral.
4. Muchos de los países en el corredor de los huracanes de América Central (Honduras, Nicaragua, Belize, México) quedarán expuestos a la intensificación de fenómenos meteorológicos extremos.

Dinero para adaptarse
El Acuerdo promete aportar US$30.000 millones para los países en desarrollo durante los tres próximos años. Por otro lado, marca el objetivo de llegar a los US$100.000 para 2020.
Pero, ¿quién obtendrá ese dinero? El texto apunta que "los fondos para la adaptación al cambio climático se destinarán de manera prioritaria a los países en desarrollo más vulnerables y a los menos desarrollados, como los estados insulares pobres y África".
Muy pocos países latinoamericanos se ajustan a la categoría de "países menos desarrollados", ya que la mayoría están catalogados como países de renta media. Bolivia y los estados de América Central podrían ser la excepción.
Sin embargo, algunas informaciones indicaron que si un país se opuso al Acuerdo podría no recibir ningún dinero. Bolivia, por ejemplo, fue uno de los detractores más firmes al texto.
Por otro lado, debe subrayarse que todavía queda un largo camino para establecer de dónde se sacará el dinero, qué instituciones supervisarán el proceso y cómo se entregará a sus destinatarios.
Reducción de las emisiones
Los debates sobre de qué manera recibirán dinero los países en desarrollo a cambio de reducir la deforestación –los conocidos como proyectos de Reducción de las Emisiones debidas a la Deforestación y la Degradación o REDD, por sus siglas en inglés- fueron de gran importancia para América Latina.
Nueve países de América del Sur comparten el Amazonas. Además, México y América Central tienen importantes zonas boscosas.
De acuerdo con el Banco Mundial, en cinco países –Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala y Perú- la deforestación supone al menos el 60% de sus emisiones de gases de invernadero.
El texto del Acuerdo reconoce "el papel crucial de la reducción de emisiones a través de la deforestación y la degradación de los bosques (…) y la necesidad de aportar incentivos que ayuden a tales acciones, como el establecimiento inmediato de mecanismos como los REDD (…)".
Ban Ki-moon
Parte de los puntos del texto sobre la financiación hacen referencia explícita a cómo el dinero internacional se destinará a proyectos de REDD.
El gobierno de Estados Unidos anunció que contribuiría con US$1.000 millones en los próximos tres años a un paquete de US$3.500 millones –en el que participarán Australia, Francia, Japón, Noruega y el Reino Unido- para financiar programas de REDD.
Aunque no se detalló, el documento también deja ver que se recurrirá al mercado privado para recaudar dinero para este tipo de proyectos.
El Acuerdo final sobre REDD se discutió arduamente durante las dos semanas de la cumbre. Algunas versiones del texto incluían la cláusula de que las naciones en desarrollo deberían aceptar cuotas concretas de reducción de la deforestación para poder acceder a los fondos, pero al final no se aclaró si este punto será obligatorio o no.
En este sentido, cantidades significativas de dinero podrían llegar a proyectos de REDD en América Latina.
Perú, Colombia y Ecuador presentaron ante la cumbre varios de sus proyectos de lucha contra la deforestación con la esperanza de obtener financiación.

¿Destino a México?
El nuevo acuerdo ha generado todo tipo de dudas sobre muchs de sus puntos, incluidos aspectos como los Mecanismos de Desarrollo Limpio (en los están involucrados muchos países latinoamericanos) y el futuro de la transferencia de tecnología.
Por el momento, no se ha fijado un plazo para convertir el Acuerdo en un tratado vinculante, aunque el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, aseguró que este paso debería darse a lo largo del año que viene.
Así pues, para México, la consecuencia más inmediata del Acuerdo podría ser la llegada de todo el circo del cambio climático global a la capital federal el próximo diciembre.

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Castro dice que la cumbre de Copenhague fue antidemocrática y Obama demagógico

Fecha de Publicación: 20/12/2009
Fuente: EFE
País/Región: Internacional


El líder cubano Fidel Castro afirmó hoy que la cumbre sobre el cambio climático en Copenhague terminó con "una iniciativa antidemocrática y virtualmente clandestina", y acusó al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de pronunciar "un discurso engañoso y demagógico".
En un nuevo artículo de "Reflexiones" divulgado por los medios informativos cubanos, todos oficiales, el ex presidente dice que en la capital danesa se humilló a movimientos sociales, instituciones científicas y otros invitados.
Castro, que no aparece en público desde julio de 2006, aplaude a los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y Bolivia, Evo Morales, que han proclamado el "fracaso" de la cumbre desde antes de que empezara, al igual que él.
Según Castro, si en Copenhague "se logró algo importante, fue que a través de los medios masivos la opinión mundial pudo observar el caos político creado y el trato humillante a Jefes de Estado y Gobierno, ministros y miles de representantes de movimientos sociales e instituciones".
El primer secretario del Partido Comunista de Cuba insiste en que en la capital danesa hubo una "brutal represión contra manifestantes pacíficos", de forma que recordaba, según él, "la conducta de las tropas de asalto de los nazis que ocuparon la vecina Dinamarca en abril de 1940".
Añade que la cumbre fue "suspendida por el gobierno danés -aliado de la OTAN y asociado a la carnicería de Afganistán- para entregar la sala principal de la Conferencia al presidente Obama, donde él y un grupo selecto de invitados, 16 en total, tendrían el derecho exclusivo de hablar".
"Obama pronunció un discurso engañoso y demagógico, lleno de ambigüedades, que no implicaba compromiso vinculante alguno e ignoraba el Convenio Marco de Kyoto", afirma el ex presidente cubano, de 83 años.
"Entre los invitados a usar de la palabra -prosigue Castro- estaban los países más industrializados, varios de las economías emergentes y algunos de los más pobres del planeta", mientras que "los líderes y representantes de más de 170, solo tenían derecho a escuchar".
"Un reducido número de países -añade- insistió con firmeza en las serias omisiones y ambigüedades del documento impulsado por Estados Unidos, en particular en la ausencia de compromiso de los países desarrollados en cuanto a la reducción de emisiones de carbono y a la financiación para adoptar medidas de mitigación y adaptación de los países del Sur".

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EE UU se declara vencedor

Fecha de Publicación: 20/12/2009
Fuente: El País (España)
País/Región: Internacional


La Casa Blanca elude a la UE y pacta con China e India compromisos voluntarios - La ONU hace suyo el texto y certifica su incapacidad para avanzar por consenso
El destino de la lucha contra el calentamiento se ha decidido en una sala cerrada de la primera planta del centro de convenciones de la Cumbre del Clima de Copenhague. Allí, Barack Obama, el chino Wen Jiabao, el brasileño Lula da Silva y el indio Manmohan Singh no sólo acordaron un acuerdo que admitieron como insuficiente.
En esa sala, con poco más de 35 personas, EE UU impuso su ley y logró el cambio de eje de las relaciones internacionales en la lucha con el cambio climático y en el sistema de Naciones Unidas, incapaz de avanzar durante dos años. Los 119 líderes reunidos en Dinamarca regresaron a casa sin foto de familia. Algo, mucho, saltó por los aires en esa sala a puerta cerrada.
Con el pacto promovido por EE UU, a la UE y al resto de países no le quedó más que ratificarlo tras una noche de debate vacío en el que sólo Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán se opusieron para ganar protagonismo.
El Acuerdo de Copenhague siempre fue cosa de dos, China y EE UU. Hasta tal punto han monopolizado los debates que en uno de los últimos borradores los países escribieron entre corchetes: "Introducir aquí la consideración de EE UU y China". Así figura en el cuarto borrador, junto al punto de cómo el acuerdo permitiría verificar las emisiones de los países emergentes, el punto al que China se opuso.
Así que Obama y Jiabao, en su segundo encuentro en el día, dieron con la fórmula: los países en desarrollo realizarán su propia "medición, declaración y verificación de sus emisiones", pero a la vez aceptan un sistema de "consultas y análisis internacionales bajo unas guías claras que asegurarán que se respeta la soberanía nacional".
Pekín vetó la palabra verificación como una opción de la ONU. Los recortes de emisiones financiados con dinero internacional -sea un parque eólico o una central hidroeléctrica- sí tendrán control internacional.
El lenguaje es enrevesado como todo en esta cumbre. Leer los tres folios del Acuerdo de Copenhague es sumergirse en conceptos aparentemente vaporosos pero que esconden detrás dos años -desde que en Bali en 2007 se acordó que en 2009 habría un tratado- de enconadas disputadas.
El texto también establece que "el cambio climático es uno de los grandes retos de nuestro tiempo", que "el incremento de la temperatura debería estar por debajo de dos grados" y que las emisiones habrían de tocar techo "lo antes posible". Y todo esto se conseguirá, supuestamente, con objetivos voluntarios de reducción de emisiones que los países presentarán antes de febrero de 2010.
"Científicamente el acuerdo es como una mesa de una sola pata: no se aguanta", resume un negociador. Las rebajas anunciadas, en caso de cumplirse, sólo reducirían un 18% las emisiones de los países desarrollados en 2020, lejos del rango de entre el 25% y el 40% que pidió el Panel Intergubernamental de Cambio Climático. Con las ofertas voluntarias la temperatura subirá unos tres grados, según un informe de la ONU. "El acuerdo no sirve para el objetivo de los dos grados", admitió el presidente de turno de la UE, Fredrik Reinfelt.
Los textos previos, incluso el acordado en la reunión G-8 del pasado verano o el pactado en Bali en 2007 eran mucho más precisos y pedían una reducción mínima de emisiones del 25%. Pero la Casa Blanca se opuso por poco realista. Europa confiaba en que, al dirigirse al mundo, Obama fuera más allá. "En reuniones informales nos habían dicho que con compensación de emisiones su bajada estaría entre el 26% y el 33%", explicó en los pasillos Josef Matthias Leinen, jefe de la delegación del Parlamento Europeo. Pero Obama, enrocado en elevar la presión a China no se movió de su postura.
En el acuerdo tampoco aparece que en 2050 las emisiones deberían situarse un 50% por debajo de las de 1990. Lo vetó China, como reveló el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Lo más claro es el compromiso de financiación para los países en desarrollo, que permitió a los africanos sumarse al acuerdo.
El resultado no satisface a nadie. Obama, en una breve declaración antes de dejar Copenhague por la puerta de atrás, dijo: "Sabemos que el avance no es suficiente y que queda mucho camino por hacer". El presidente de EE UU, sin embargo, pidió realismo: "Creo que hace falta un tratado (vinculante). Pero esta era la típica situación en la que si hubiéramos esperado a que pasara no habríamos avanzado nada" y criticó a quienes hubieran preferido "dos pasos atrás antes que un paso adelante". Obama, cuyo discurso en Copenhague, fue recibido con una inusitada frialdad por el tono mecánico y tenso de sus palabras. Se defendió de que en el acuerdo todo sea voluntario: "Kioto era legalmente vinculante y a todo el mundo le pareció poco. Es importante avanzar en vez de tener palabras en un papel".
Como no había forma de acordar nada sobre cómo pasar de los objetivos voluntarios a un acuerdo legalmente vinculante en 2010 -como querían la UE y EE UU- la opción fue dejarlo en blanco. El papel no aclara si se prorrogara Kioto, si habrá un nuevo tratado ni cuándo. Simplemente no existe ninguna mención. En busca del consenso para salvar la cara se llegó a situaciones así.
Una vez pactado entre los cinco grandes, Obama anunció que se lo comunicaría "a los europeos" y luego al grupo de 28 jefes de Estado y de Gobierno de todos los grupos que preparaban el texto político.
El sistema de trabajo es el resultado de una inteligente estartegia de EE UU. Obama, con el Nobel de la Paz por el mutilateralismo, envió una delegación de altísimo nivel a la cumbre. Desde la primera semana, el enviado especial de Obama, Todd Stern, dirigió las negociaciones, mucho antes de que llegaran los ministros europeos. Por la cumbre han pasado siete seretarios (ministros) de su Administración, desde Hillary Clinton al premio Nobel de Física y secretario de Energía, Steven Chu.
Pero a la vez, Washington ha conseguido lo que Bush no logró: sacar la negociación fuera del plenario de Naciones Unidas, donde cualquiera de los 193 países puede vetar cualquier acuerdo y eternizar las discusiones. Obama negoció a puerta cerrada, lo entregó al pleno y se fue. Los delegados seguían enzarzados en discusiones sin final y en largos discursos con barrocas formas de cortesía diplomática -"con el debido respeto a esta presidencia y sin socavar su autoridad", y frases similares cuando el avión presidencia aterrizaba en Washington.
Bush intentó crear un foro paralelo a la ONU en el que las grandes economías se pusieran de acuerdo para, de forma voluntaria, afrontar el cambio climático. Fracasó. Igual que ha ocurrido en Copenhague pero dentro de un edificio de Naciones Unidas.
"Lo ocurrido, el pacto a puerta cerrada refrendado por la ONU, tendrá enormes cnsecuencias, no solo para la Convención de Cambio Climático, sino para todo el sistema de Naciones Unidas. Vamos hacia la Organización Mundial del Comercio donde todo se decide a puerta cerrada", lamentó resignado ayer por la mañana, después de más de 24 horas sin dormir, Kim Carsten, de WWF, uno de los únicos 300 miembros de ONG autorizados a entrar los últimos días de la cumbre. "Si la UE ha eliminado la unanimidad porque no sirve para 27 países con intereses comunes, ¿cómo va a servir para la ONU?".
El problema es que el espectáculo que ofreció la ONU como alternativa fue lamentable. 183 países estaban de acuerdo y pedían apoyar el texto como la única solución posible. Pero el bloque bolivariano -Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba- y Sudán se oponían. El sudanés Lumumba Stanislaus Di-Aping llegó a afirmar que el texto "es producto de la misma ideología que llevó a los hornos crematorios a seis millones de personas en Europa", por lo que recibió reproches de decenas de Estados.
Durante 10 horas, toda la noche, decenas de países defendieron el texto, pero la ONU exige consenso y por la mañana Hugo Chávez y Evo Morales ya habían anunciado que bloquearían cualquier acuerdo porque no habían sido invitados a la reunión de 28 países y porque la ONU no funciona así. A las siete de la mañana, el ministro británico Ed Miliband, frenó en el último segundo, a base de dar golpes en la mesa para llamar la atención del presidente, que el texto quedara incluido como una simple propuesta, lo que habría impedido aplicar los fondos de ayuda a los países en desarrollo. Miliband, en una vibrante intervención advirtió de que si el acuerdo era rechazado "supondría romper la convención de Naciones Unidas", algo que planeaba en el ambiente ya que de ninguna forma lo acordado por los líderes de 183 países iba a depender de Chávez.
"Ha sido el plenario más vergonzoso al que he asistido. Si no somos capaces de ponernos de acuerdo en esto, ¿cómo vamos a alcanzar un tratado vinculante?", declaró el representante saudí.
Pasadas las 10 de la mañana, tras dos horas de parón para consultar con los servicios jurídicos, la cumbre "tomó nota" del acuerdo y el presidente golpeó con la maza a toda velocidad para que nadie pudiera protestar. La fórmula permite, según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que el acuerdo "entre en vigor inmediatamente", dijo tras observar mudo desde la presidencia 10 horas de descontrol.
La reacción de Miliband, una de las figuras clave del laborismo británico, salvó la cara de la UE. Apartada en la negociación clave, los europeos se van de Copenhague con la sensación de que les han robado la cartera, que el proceso que lideraron durante dos décadas ya no está bajo su control y que, los nuevos capitanes quieren ir en otra dirección. Barroso hizo malabarismos: "La UE lidera cuando se trata de elevar los objetivos, pero no está cuando lo que se busca es reducir la ambición". La UE se reserva su oferta de ampliar su recorte de emisiones del 20% actual al 30% hasta ver cómo evoluciona la negociación. Los delegados europeos musitaban por los pasillos las palabras "Decepción, desastre y fiasco". "Es el mundo que tenemos", lamentaban. Y, sin embargo, el pacto se salvó por el empuje de un británico, no por la representación estadounidense.
La reacción china al acuerdo también fue fría. Cuando Jiabao aceptó el pacto, uno de sus ministros comenzó a gritar en chino con gestos de desacuerdo. "La traductora no dijo qué gritaba", explica una fuente presente en el encuentro. En el plenario que después adoptó el pacto entre los cinco grandes, China no defendió ni una sola vez su aprobación frente a las críticas del bloque bolivariano. La delegación china aplaudía las declaraciones de estos países contra la forma "antidemocráctica en la que se adoptó el acuerdo", según negociadores en la sala, cerrada a la prensa por primera vez en 10 años. Fuentes de la ONU dudan de que Pekín buscara boicotear su acuerdo a través de otros países: "Probablemente lo hacían porque arremetían contra EE UU y los países ricos".
La dificultad para alcanzar un acuerdo puede parecer excesiva, pero es que las implicaciones de la lucha contra el cambio climático son inabarcables: para conseguir limitar la temperatura y estabilizar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera hace falta una revolución industrial con energía verde, dejar atrás el petróleo, actuar sobre el comercio internacional, tratar la aviación, evitar la deforestación... La española María Neira, de la Organización Mundial de la Salud, estuvo hasta el ultimo día: "Si esto sale adelante sera el principal tratado de salud pública del mundo. Los millones de muertes por contaminación en las ciudades y la mala calidad del aire interior por combustión de cocinas de mala calidad en países en desarrollo empezarán a caer".
El acuerdo incluye que el Fondo del Clima pagará a los países tropicales para que no talen sus bosques, imprescindibles para el planeta. Luz entre las sombras.

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Ni justo, ni ambicioso ni vinculante

Fecha de Publicación: 20/12/2009
Fuente: El País (España)
País/Región: Internacional


Al comienzo de la Cumbre del Clima las principales ONG del mundo habían concentrado sus reivindicaciones en tres letras. Pedían un pacto "FAB": justo (fair), ambicioso (ambitious) y vinculante (binding). Sin embargo, los tres folios de texto del Acuerdo de Copenhague que dejaban tras de sí los 119 jefes de Estado y de Gobierno se parecen muy poco a eso. "No es ni justo, ni ambicioso, ni vinculante", lamentaba ayer en Copenhague Mar Asunción, responsable de Cambio Climático de WWF. "Estamos muy decepcionados, los líderes mundiales nos han defraudado".
Para Aída Vila, de Greenpeace, "se ha desaprovechado una oportunidad histórica". Una de las frases más repetidas el sábado por los jefes de Estado y de Gobierno, incluido Barack Obama, es que, si bien el acuerdo no es lo que se esperaba, resulta un "primer paso". Pero esta ecologista mostraba ayer su cansancio con tantos primeros pasos dados a lo largo del tortuoso proceso de las negociaciones climáticas. "El primer paso se dio en la Cumbre de Río de Janeiro de 1992, hace 17 años, ahora en Copenhague había llegado el momento de hacer más", insistía la responsable de Cambio Climático de Greenpeace.
"Es un acuerdo totalmente insuficiente, flojo en contenido y en la forma", se desahogaba Vila, también decepcionada con los líderes mundiales a los que tanto habían insistido para que vinieran a la capital danesa. Ya no pensaban lo mismo cuando veían su espantada de Copenhague sin hacerse ni la habitual foto de familia.
"El acuerdo es irresponsable e injusto porque ni siquiera sienta las bases para luchar contra el cambio climático", incidía Asunción, que destacaba que el texto salido de esta cumbre no define objetivos de reducción de emisiones de efecto invernadero.
"Es vergonzoso que después de dos años de sangre, sudor y lágrimas, no hayamos terminado la maratón a tiempo", clamaba José Hernández de Toro, portavoz de Intermón Oxfam. "Los líderes del mundo han tenido una oportunidad real aquí en Copenhague de alcanzar un acuerdo justo, ambicioso y vinculante, que es el que el mundo necesita. Sin embargo, mientras se cocinaba el acuerdo, se descartó la justicia y se descafeinó la ambición".
Un poco más indulgente se mostraba la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (UICN), cuyos responsables destacaban los avances para frenar la deforestación. "Reducir la deforestación y restaurar los bosques degradados están entre las soluciones más efectivas para la mitigación", afirmaba Stewart Maginnis, director de Desarrollo y Medio Ambiente de la UICN.

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